Todo para el pueblo y con el pueblo, una visión de Gustav Klucis
Carmen Chinea Rama/ Juan Antonio García Álvarez
Difundir, enseñar, convencer, agitar ¿son términos que se pueden aplicar al arte o a un compromiso social? En realidad son los pilares del fotomontaje soviético, un arma propagandística cuyo principal objetivo fue el carácter pedagógico destinado a las masas. De esta manera podemos definir lo que fue la obra del pintor, escultor, artista gráfico, diseñador y profesor Gustav Klucis nacido en Lituania en 1895. Klucis fue el organizador del aprendizaje y de la conciencia de las masas; sus primeros dibujos fueron bosquejos de Lenin y de sus amigos soldados donde ya reflejaba la influencia cubista.
¿En qué radica esta forma de expresión? El fotomontaje se puede definir como un collage donde se realiza una ilustración mediante una mescolanza de otras; en todo caso no se puede comprender sin el uso de la lente fotográfica y las tijeras que cortan los trozos para unificarlos posteriormente en una sola unidad. Como decía el propio Klucis, “las fotos se asocian como piezas en una cadena de montaje”; en el caso soviético se utilizaron como medio de propaganda donde las ideas políticas eran rápidamente absorbidas por la masa urbana sin necesidad de palabras. Klucis definió el fotomontaje como “una nueva forma del arte de agitación”.
Gustav Klucis fue un importante exponente del constructivismo en Rusia. Participó en la Revolución de 1917 y una vez establecida, ésta demandó un arte de propaganda y una cultura que fuese el pilar del régimen.
Klucis aludió en ocasiones a la afinidad entre esta técnica y los montajes cinematográficos de constructivistas como Dziga Vertov y Sergei Eisenstein, los cuales usaban en sus películas lo que se conoce como el “efecto kulechov”, el cual mediante el montaje de planos crea una información que recae en el espectador sin necesidad de acompañarlo con un discurso verbal mostrando de esta manera el enorme poder de la manipulación de la imagen. Como llegó a decir Klucis, “el fotomontaje no puede ser comparado con ningún otro arte que no sea el cine”. Los primeros fotomontajes en los que se materializó el espíritu y la práctica del constructivismo aparecieron en 1919-1920 de mano de Klucis, en una versión tipo collage de su pintura “Ciudad Dinámica”, en la que amplió la composición pegándole fragmentos de rascacielos y figuras de constructores. Tras el fallecimiento de Lenin en 1924, la principal preocupación de Klucis fue la perpetuación del mito en torno a su figura como lo demuestran las ilustraciones para la revista Moladaia Gvardiia (Joven Guardia), aunque a partir de 1929 mezcló las imágenes del líder soviético y de Stalin para sugerir un sentido de la continuidad.
En la exposición Un arma visual encontramos muchas de las características del montaje soviético que aparecen como si intentaran convencernos de la importancia de Lenin y de su gobierno. Son fotomontajes que hablan del proletariado unido donde la egoísta individualidad no tiene cabida, destacando la masa urbana donde la figura de Lenin se alza como su auténtico símbolo de unión.
En esta retrospectiva podemos dividir la obra de Klucis en tres temáticas, por un lado la figura de Lenin, que es representado como el portavoz de las masas y como el eslabón que rompe con el régimen anterior en detrimento de uno actual donde ocupa la posición de cabeza visible de la población que aparece como una sola unidad igualitaria sin distinción de clases. Por otro lado nos encontramos el tema del trabajo donde el proletariado adopta un papel importante en la sociedad, ya que en ellos se asientan las bases del Comunismo. Para finalizar, la exposición se completa con una serie de tarjetas postales realizadas con motivo de la Espartaquiada de Moscú en 1928, en ellas aparecen atletas de este acontecimiento deportivo llevando a cabo los ejercicios en que participaban.
En definitiva, la exposición muestra la obra de un autor concienciado con el tiempo y con el país en el que le tocó vivir, donde Lenin y la sociedad aparecen como un conjunto irrompible y compacto. Son fotomontajes que muestran una época, un cambio y los retazos de una revolución que marcó la historia. Arte con un fin donde lo superfluo no tiene cabida, ¿puede el fotomontaje equipararse a las grandes obras de periodos anteriores aunque su objetivo sea la propaganda política de un Estado? En esta exposición podremos encontrar la solución a esta pregunta.
Carmen Chinea Rama/ Juan Antonio García Álvarez
Difundir, enseñar, convencer, agitar ¿son términos que se pueden aplicar al arte o a un compromiso social? En realidad son los pilares del fotomontaje soviético, un arma propagandística cuyo principal objetivo fue el carácter pedagógico destinado a las masas. De esta manera podemos definir lo que fue la obra del pintor, escultor, artista gráfico, diseñador y profesor Gustav Klucis nacido en Lituania en 1895. Klucis fue el organizador del aprendizaje y de la conciencia de las masas; sus primeros dibujos fueron bosquejos de Lenin y de sus amigos soldados donde ya reflejaba la influencia cubista.
¿En qué radica esta forma de expresión? El fotomontaje se puede definir como un collage donde se realiza una ilustración mediante una mescolanza de otras; en todo caso no se puede comprender sin el uso de la lente fotográfica y las tijeras que cortan los trozos para unificarlos posteriormente en una sola unidad. Como decía el propio Klucis, “las fotos se asocian como piezas en una cadena de montaje”; en el caso soviético se utilizaron como medio de propaganda donde las ideas políticas eran rápidamente absorbidas por la masa urbana sin necesidad de palabras. Klucis definió el fotomontaje como “una nueva forma del arte de agitación”.
Gustav Klucis fue un importante exponente del constructivismo en Rusia. Participó en la Revolución de 1917 y una vez establecida, ésta demandó un arte de propaganda y una cultura que fuese el pilar del régimen.
Klucis aludió en ocasiones a la afinidad entre esta técnica y los montajes cinematográficos de constructivistas como Dziga Vertov y Sergei Eisenstein, los cuales usaban en sus películas lo que se conoce como el “efecto kulechov”, el cual mediante el montaje de planos crea una información que recae en el espectador sin necesidad de acompañarlo con un discurso verbal mostrando de esta manera el enorme poder de la manipulación de la imagen. Como llegó a decir Klucis, “el fotomontaje no puede ser comparado con ningún otro arte que no sea el cine”. Los primeros fotomontajes en los que se materializó el espíritu y la práctica del constructivismo aparecieron en 1919-1920 de mano de Klucis, en una versión tipo collage de su pintura “Ciudad Dinámica”, en la que amplió la composición pegándole fragmentos de rascacielos y figuras de constructores. Tras el fallecimiento de Lenin en 1924, la principal preocupación de Klucis fue la perpetuación del mito en torno a su figura como lo demuestran las ilustraciones para la revista Moladaia Gvardiia (Joven Guardia), aunque a partir de 1929 mezcló las imágenes del líder soviético y de Stalin para sugerir un sentido de la continuidad.
En la exposición Un arma visual encontramos muchas de las características del montaje soviético que aparecen como si intentaran convencernos de la importancia de Lenin y de su gobierno. Son fotomontajes que hablan del proletariado unido donde la egoísta individualidad no tiene cabida, destacando la masa urbana donde la figura de Lenin se alza como su auténtico símbolo de unión.
En esta retrospectiva podemos dividir la obra de Klucis en tres temáticas, por un lado la figura de Lenin, que es representado como el portavoz de las masas y como el eslabón que rompe con el régimen anterior en detrimento de uno actual donde ocupa la posición de cabeza visible de la población que aparece como una sola unidad igualitaria sin distinción de clases. Por otro lado nos encontramos el tema del trabajo donde el proletariado adopta un papel importante en la sociedad, ya que en ellos se asientan las bases del Comunismo. Para finalizar, la exposición se completa con una serie de tarjetas postales realizadas con motivo de la Espartaquiada de Moscú en 1928, en ellas aparecen atletas de este acontecimiento deportivo llevando a cabo los ejercicios en que participaban.
En definitiva, la exposición muestra la obra de un autor concienciado con el tiempo y con el país en el que le tocó vivir, donde Lenin y la sociedad aparecen como un conjunto irrompible y compacto. Son fotomontajes que muestran una época, un cambio y los retazos de una revolución que marcó la historia. Arte con un fin donde lo superfluo no tiene cabida, ¿puede el fotomontaje equipararse a las grandes obras de periodos anteriores aunque su objetivo sea la propaganda política de un Estado? En esta exposición podremos encontrar la solución a esta pregunta.
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